PELIGRO: RELACIONES MARCA ACME
Tresmil400
Noviembre 2005
Explosivas, contagiosas, volátiles, mundanas, bellas, espaciales, trascendentales, imperfectas, mortales. Las relaciones de pareja suelen ser muy variadas, las hay efímeras, peligrosas, inseguras, enfermizas, intensas, frágiles, las hay también de colores. Hay tantos tipos de relaciones amorosas como posibilidades de formar parejas en este mundo. Existe la creencia no siempre consciente pero sí compartida, de que somos seres incompletos. El sentido de formar parejas es encontrar a tu mitad perdida en la tierra. Es ahí donde radica el problema, en el grado de realidad o fantasía de este fenómeno.
He oído hablar de un destino al que nunca he visto, pero cuentan que a veces trae de regalo un alma gemela. Conozco gente que cuenta tener un matrimonio arreglado en el cielo. Se habla entre los más místicos de almas que vuelan en un espacio-tiempo siguiéndose eternamente con la esperanza de encontrarse en un punto. Yo creo que ese punto de encuentro debe ser explosivo, por lo menos deben salir chispas de él, como la historia de aquel amor tan intenso y establecido en el plano de lo real que terminó causando un incendio y convirtió literalmente en cenizas a la mujer y al hombre que lo sintieron. Todas éstas son ideas románticas a las que es placentero recurrir de cuando en cuando. Sin embargo, dejando de lado toda utopía para entrar en el terreno de lo observable, la relación más bella que he visto hasta ahora es la que existe entre la vida y la muerte.
¿Cómo definir una relación bella? ¿Cómo asegurar que la belleza no duele? ¿Cómo negar el placer que da el dolor? Nada de esto es posible. En las relaciones, la belleza, en toda su magnitud, solo puede ser nombrada de esta forma, si es cegadora, eso es lo único cierto. La ceguera viene con lágrimas incluidas que primero te nublan la vista y después no te dejan reconocer nada si no es sintiendo y lo que sientes no es otra cosa, es dolor. Un dolor intenso, mortal, pero que no te dejará nunca
Nada existe a medias. Todo sentir es intenso o no lo es. Vivir, es una eterna lucha entre fuerzas contrarias y necesarias a su vez, es un recordatorio constante de que vivimos para morir. Caminamos hacia el morir. Nacer es el inicio de la cuenta regresiva. La muerte entra a la vida a puertas abiertas o a piernas abiertas con el riego de que todo se valla al carajo. La vida le espera, la necesita. Vida y muerte son amantes insaciables, que nunca se pueden concebir si no es juntas. Son el único matrimonio arreglado en el cielo, destinadas una a otra. No son más que una misma cosa con dos nombres distintos y significados mismos.
Vida y muerte son un solo ente, independiente del individuo en quien habitan. El individuo es un muñeco en el juego eterno de amor, el que mantienen vida y muerte desde hace miles, tal vez millones de años. A los seres humanos se nos niega cualquier posibilidad de ser participes en la elección de sucesos importantes como nuestro nacimiento o muerte. Caímos en este planeta casualmente y somos físicamente prisioneros de él. No podemos elegir entre seguir viviendo y morir, por que existe la paradoja de que “nuestra vida, no es nuestra”. Todo lo que conocemos, todo el sentido de nuestra existencia se reduce a que somos un experimento de química en un salón de secundaria llamado Universo. No somos otra cosa que el material de tránsito a través de el cual viajan las energías de dos polos opuestos, la vida y la muerte, para prender un foco, para producir luz, un incendio o una explosión.