viernes, diciembre 14, 2007

Cuando en medio de mi miseria descubro eventos tan re buenos como el mismísimo Brad Pitt, caigo presa de la duda y la desconfianza. Soy gris soy gris; al menos veo gris, por que no me he quitado los lentes oscuros hasta ahora (estoy en el proceso de hacerlo –inocente de mi-), por eso cuando alcanzo a vislumbrar un tono rosado ante mis ojos, como que no me la creo. Mas bien pienso que lo más seguro es que haya gato encerrado, y que los flashazos en rosa son una jugarreta más de la vida, de esas que en cuanto empiezas a caer en la ilusión, todo regresa al constante y sonante G-R-I-S. Bua, fuckin´ funky ways.

Alguna vez encontré en la agenda telefónica el número de los reyes magos bajo el nombre de “REYES”, pero antes de que pudiera adivinar la clave lada pa comunicarme (y echar el chisme, solicitar una foto con todo y autógrafo pa presumirla entre los amigos o de menos contar con la opción de hacer los pedidos por teléfono para asegurar el regalo deseado…), los descubrí una noche en vivo y a todo color, no tan magos ni tan reyes,… sin disfraz. Bua!! Vomitivo, eran los vecinos caminando con los regalos. Putísima desilusión.

Me atrevo a reconocer públicamente que en medio de mi nube gris, he vivido también tonos rosas por periodos cortos proporcionados en dosis, pero eso sí, han sido algo intenso, más bien como rosa mexicano. Tal es el caso de cuando no pisaba una lavandería por largos periodos, y un fin de semana sufriendo de escasez de trapillos limpios, me ví en la penosa necesidad de reciclar ropa y de repente ¡sorpresa!, ahí apareció un billete que me permitió ir mugrosa, feliz y estúpidamente al cine. Y pude gastar alegremente el efectivo con el que no contaba, en combos gigantes de comida chatarra, para dos. Aaa (suspiro)… valla forma de perder la figura. Placeres de la vida que solo el orgullo, la independencia familiar y las clases sociales (la media, en específico) te pueden brindar.

Noticia rosa de última hora: Reciente y cómicamente me entere de la posibilidad de recuperar la virginidad con una operación, por la módica cantidad de 30 mil pesos. Si eres chava ya no tienes que limitarte a los fajes y al sexo oral para mantenerte virgen, ya que ahora puedes reconstruirte el himen en cualquier momento y tener acceso a casarte de blanco y sin preocupaciones con un hombre pendejo, más macho que tu, y volver a ser virgen las veces que quieras por un precio que algunas considerarán justo, incluso barato, dependiendo de cómo les haya ido en la feria. Si la triste virginidad se extravió más de un par de veces insatisfactoriamente; en estos casos apoyo la emoción: reconstruyamos el himen de las mujeres del mundo y considerémonos vírgenes hasta conseguir un orgasmo, después de eso que se ahorren 30 pesotes y griten orgullosas puesn (antes, durante o después jajaja).

Rompiendo las reglas de la lógica gramatical que tanto me atormentan, lo anterior como preámbulo para decir que el rosa me hace trastabillar (bonita palabra). Quiero creer que es un fenómeno de masas (más dramático que el fut en México, o que la misma NBA), esencial y generalizado; el desconcierto, causado por una cadena de hechos en extremo gratificantes que un buen día notamos que han venido sucediendo en medio de nuestra -la mía- gris existencia. Todos maduran más rápido que yo, alegremente la gente se casa, los planes se apresuran, todo se vive de tan alegre, con mucha velocidad y yo que solo quería seguir jugando a ser feliz, viviendo tranquila en mi mundito gris, el único que conocía, plagado de autosabotajes y sobre todo certezas de un mundo jodido.

Hoy me siento con ganas de vomitar y después tomar un valium para asimilar la sorpresa de reconocer en el cuerpo de mi mejor amigo, a mi futuro compañero de colchón, de sueños guajiros y de cuentas por pagar; después 7 años de tenerlo en el lugar equivocado: la nariz… El problema como siempre es mi intolerancia psicológica al putito color rosa. ¿Cómo no entrar en pánico acostumbrada al gris? Mas aterrador ahora cuasi rosa mundo pantone d2b1cd. No hay nada demasiado bueno que sea verdad. Me abrazo la cabeza esperando la caída, yo volada ¿cómo no?, con lo extraño que es en estos tiempos encontrar a alguien 110 % heterosexual, tan intenso como para sobrevivir a mi demencia y lo suficientemente diferente como pa pintar el –mi, nuestro- mundo de tonos vitales o psikos según sea necesario. A la mierda el miedo, la ironía, los planes b, los escarabajos, el matrimonio, el divorcio, las mentes imantadas, los volados bipolares… viva el prozac y mi felicidad tecnicolor.