UN MES LUNAR
Octubre es un mes famoso por sus lunas. Existen ciertos mitos o leyendas urbanas rondando por ahí en torno a la luna llena; desde que provoca un mayor número de nacimientos, hasta la aparición de hombres lobo. Nada de lo anterior me consta, pero es cierto que a la luna se le atribuyen ciertos poderes o influencias que ejerce sobre la tierra y lo que en ella habita. No sé que tanta verdad exista en estos mitos, pero me atrevo a afirmar que somos muchos los seres que tenemos fascinación por la noche y junto con ella el cielo nocturno y astros que lo acompañan, es decir la luna y estrellas. Es por esto que también me atrevo a creer que para los románticos, los poetas, los supersticiosos o simplemente los amantes de la noche el décimo mes es el favorito del año.
La única influencia que me consta que ejerce la luna es sobre la literatura. En la escritura del siglo XIX por ejemplo, abundaban los “nocturnos”; la luna en esta época es un recurso muy utilizado a la hora de narrar. En la literatura actual aún podemos encontrar esta influencia, obviamente con un estilo diferente; como en el caso del escritor mexicano Xavier Velasco; un ser de esos que siente esa extraña fascinación por la noche, cuyo estilo no me atrevo a definir, pero lo describiría como urbano, sarcástico, divertido, de alguna manera oscuro, ingenioso y debo decir también que muy mexicano. El mismo Velasco menciona que tenía “el vicio de inventar de noche todo aquello que de día era impensable” y es éste precisamente uno de los mayores atractivos de su escritura, logra que el lector pierda de vista la delgada línea que separa la realidad de la ficción.
Xavier Velasco nace al sur de la Ciudad de México, en San Ángel para ser exactos, escribe su primera novela en 1994 titulada Cecilia. Lo que no debes esperar nunca de la lectura de Velasco es algo convencional, basta con mencionar el título de su segunda novela publicada en medio del cambio de siglo para empezar a darnos una idea de ésto: es en el año 2000 cuando se publica Luna llena en las rocas. Crónicas de antronautas y licántropos. Es tres años más tarde cuando aparece el libro con el que ganó el Premio Alfaguara 2003: Diablo Guardián. En el 2001; otra mexicana, Elena Poniatowska había ganado este mismo premio por su novela La piel del cielo.
La primera vez que leí Diablo Guardián - debo confesar - me enamoré de Violetta; el personaje principal, algo patológico tal vez, por que no conozco hasta ahora a ningún otro lector enamorado de ella. No quiero adelantar nada de la historia, apelo a su confianza para que le dediquen a este libro de quinientas páginas, que se terminan inevitablemente, un par de horas de su día. Además de la historia y el final que a mi consideración es de los mejores logrados que he leído, este libro es un texto que vale la pena leer para ver lo que se está produciendo en nuestro país en materia literaria actualmente.
Estuve pensando varios días, buscando “una” palabra que pudiera englobar el sentido del texto; no creí que fuera tan difícil, casi me cuesta el trabajo, el sueño y peor aún el propio orgullo encontrarla, después y solo después de aplicar el autoencierro y tirarme un clavado a cuanto libro encontraba, la palabra que buscaba era “intensidad”. Al terminar el libro casi puedo asegurarlo te darán ganas de correr, me atrevo a llamar a Xavier Velasco el escritor del vacío; en un sentido positivo, por que es lo que sientes en el pecho al terminar esta novela, un vacío parecido al que sientes cuando te enamoras por primera vez en la adolescencia.
Al parecer fue una mujer la que tiene un alto grado de responsabilidad en el hecho de que Xavier Velasco haya podido escribir esta novela ganadora del premio Alfaguara o lo que para el significó: “La Salvación Alfaguara”, de cualquier forma si fue una mujer o la noche, o a los efectos de la luna a quien haya que responsabilizar, lo menos que yo haría sería también darle las gracias.