domingo, abril 23, 2006

PRIORIDADES

Hace algún tiempo, en algún semestre de 5 meses agosto-diciembre; mi penúltimo de universidad, llevé una clase que tenía por nombre “Seminario de Literatura Europea”. Esa materia es de las pocasmuchas que recordaré con melancolía cuando mi calificativo de estudiante esté vencido. Resulta que Nietzsche era el protagonista de aquella aventura por los lares de “el uno mismo”, “la vida”, esas cosas rimbombantes que se enredan en nuestras mentes cuando a veces son más simples de lo que parecieran (nunca poco importantes, eso sí).

Durante esa clase, alguna vez “Remedios la grande” preguntó sí ¿alguno en aquel salón tenía algún interés práctico al estar en aquella inútil clase?, pues de ser así, era una pérdida de tiempo, ya que como menciono era inútil, no nos haría ganar más dinero, no conquistaríamos con ella a ningún galán, ni mucho menos seríamos mas felices. Nadie contestó que sí, no sé si por quedar bien con los “extraños” que teníamos por compañeros o por que de verdad todos lo hiciéramos por el puro placer de indagar en asuntos filosóficos sin respuestas y en un estado de simple masoquismo quisiéramos entrar ahí.

Mi respuesta: un NO, no tengo ningún interés práctico. Era un No de verdad sentido, con todo mi corazón y con todo mi estómago, aún con mi practisismo, era de las clases que más he disfrutado a pesar de que no me han enseñado a cobrar por ese conocimiento. Fue ese día, pero hasta unos meses más tarde, hoy, que entro en la cuenta plena de que existen esos momentos en donde la vida se vuelve tangible; ese era uno de ellos, parecidos al amor puro, desinteresado, hedonistas sí en algún sentido, pero inocentes, blancos, momentos reales, vivos. Escribir en un blog o leer un libro o reír o mojarte en la lluvia, o bañarte en domingo son cosas que no necesariamente tienen un fin practico y sin embargo te pueden llegar a llenar el alma (cualquiera que eso sea) de una forma tal, que simplemente lo haces.

Hoy, en este momento sé que quiero hacer de mi vida cosas inútiles, y en 20 años leer éste texto inútil en caso de haber olvidado que es lo que de verdad quiero. Lo que no quiero es saber nunca de grupos de autoayuda, quiero mantener mis vicios como la escritura inútil, la lectura ociosa y la risa infantil, las lágrimas sentidas, recurrentes en meses como abril o agosto, septiembre. Quiero tener siempre un momento de complicidad con alguien, que comparta el placer que solo puede proporcionar la inutilidad. Y cuando alguien me pregunte si quiero hacer algo inútil muy placentero, responder con total seguridad y con todo y hormigueo en el pecho, un Sí. ¡Sí, hagámos cosas inútiles!, ¡tirémonos en el pasto mojado!, ¡pasemos 2 días de hambre, y 3 días de sueño!, ¡riamos hasta el dolor!, ¡besemos hasta el alba!, ¡corramos hasta un río! y ¡“…larguémonos chico hacia el mar…”!

lunes, abril 17, 2006

- de las 5 que quedaban ya nomás nos quedan 2 ( = (

domingo, abril 16, 2006

B U E N O S A I R E S

Hoy iba caminando por Buenos Aires, la capital de Argentina. Vine solo por que Buenos Aires está de moda, creo. Me gustó el aire, no distinto a ninguna otra ciudad del mundo. Ese aire citadino inconfundible, de olores mezclados, de viento que corre entre los laberintos de los edificios sin poder escapar. El mismo aire que desesperado choca con tu cuerpo y con tu cara y te mueve un brazo y te despeina el flequillo, te mira de rápido y sigue corriendo asustado, apresurado, enjaulado.

La gente en México, en la ciudad, es como el viento, te miran de rápido; cuando lo hacen, y se van. Aquí en Buenos Aires, la gente no es diferente a la de otras ciudades, tampoco miran mucho, pero te miran, no como en París. Hoy miré a tres personas y a un árbol deshojándose junto a una banca casi al llegar a una esquina. Hojas semi secas flotaban al ras del suelo. A la deriva, caminaba con la emoción contenida y el pecho hormigueante consecuencia de caminar las calles de alguna ciudad por primera vez.

Observé a una mujer venir hacia mí. Joven, vestida en ocres, de piernas cortas y grandes caderas de buena hembra. Me gustó su pelo libre, de peinado simple y color polvoso, su piel de un tono y sus ojos impalpables. Mi lado masculino quiso morderla para robar un poco de sí misma. Cuando pasó, mi lado lésbico quiso voltear a ver la seguridad que le daban sus caderas deformes, de extrañas chaparreras moldeadas con mezclilla. Lo iba a hacer pero me jaló la mirada de un hombre.

De unos 26 años a calcular por la facha. De traje negro con rayas grises apenas perceptibles, desaliñado, camisa de fuera, saco desabotonado con corbata roja tan delgada como él; llevada por el aire de un lado a otro. Éste hombre era como un perrito asustado. De pelo miel, ondulado, despeinado y de tez pálida. Caminaba atento al frente, buscando. Así nada más, por accidente o por inercia su mirada rozó los semicírculos que mi blusa; grisácea por el lavado, dejaba entrever, y permitía intuir el volumen de mis senos. Inmediatamente su brazo choco contra mi hombro. Su cuerpo retrocedió un poco. Su mirada fue hacia la mía y la mía hacia la boca de él. Sus labios eran rojos tutsi pop, húmedos rabiosos.

Yo tenía sed. Tome su cara con mis manos, incliné la cabeza, mis labios tocaron los de él. Miré de cerca, sonreí, mordí mis labios, cerré los ojos, lo besé. Estuve en su boca 15 húmedos segundos. La sed se fue, igual que su parca barba se alejó de mi mejilla. Toda su piel blanca corrió tras unas amplias caderas. El vació se llenó con todo Buenos Aires contenido en el viento. Se respiraba un olor a labios de tutsi pop y otro poco de chaparreras graciosas, con un poco de hojas flotantes jugando entre pies, y de unos ojos ancianos, vestidos con harapos y botas lodosas que desde la esquina observaban la escena.

E S P U M A D E M A R

Mi viejita de dos ojos relampagueantes, amables, profundos. Mi pedacito de tiempo encapsulado en un cuerpo agraviado. Puedo vislumbrar como es la vida de un niño, por que yo lo fui. Nunca; hasta ser viejo, entenderé tu ocaso, hasta ver mis manos duales: toscas y dulces, arrugadas y amorosas. Loable corazón de mujer, ojos tibios, sonrisa eterna, inmortal, eres bastante bonita, más bien poética.

Mi abuelo nunca vio de quien se enamoró, tal vez pudo entrever tu pasión, tu fuerza, tu capacidad de amar, tu alegría, tu perseverancia, tu fidelidad, por eso te eligió y nunca supo en verdad la magnitud de tu persona, de tu entereza o de tu amor por él. Seguro te espera, tu pensamiento en él; constante, tejió un lazo de unión entre el cielo y la tierra.

Si tuviera una máquina del tiempo, traería la vida ausente, la de tu fuerza, la de tu juventud, la de un tiempo alejado del fin. Del pasado te traería a mi abuelo, para que te tomara de la mano, y vieran juntos crecer flores en los ciruelos. Del pasado traería cuerpos vigorosos para cambiarlos por los cansados. Traería los trenes para escucharlos pasar, la música para verte feliz. Ojala como el dolor de los niños, tu dolor desapareciera con un beso, podríamos empezar con dos a ver que pasa.

Tu voz revive el tiempo. Empiezas a contar tu historia y ya parece que te veo cuando eras niña, castigada con los santos en el colegio, traviesa, audaz, querida por todos, corriendo entre telares en tu casa. Te veo en el escenario del teatro, te veo montando a caballo, huyendo en el tren con mi abuelo, veo tus lágrimas, tu amor por tus hijos enfermos, llevándolos en brazos. Te sé fuerte, incansable. Tres dedos de frente es la medida de tu preocupación irremediable, forma en que demuestras tu amor.

Me gusta tu expresión de recuerdo, tu cuerpo tembloroso y tu voz cortada al hablar del amor de tu vida, tus ojos brillantes al describir su cara. Mi imaginación la pintas de sepia cuando me cuentas de los lugares en donde viviste junto a mi abuelo, o al imaginar tu pistola para ahuyentar a la gente malintencionada acercándose a tu familia, sola, cuando lo único que quedó de ese amor fueron tus hijos.

Te recuerdo en la cocina contándonos historias, haciendo los preparativos de tus fiestas de cumpleaños, cuando se iba la luz, con un camino de velas de las escaleras a tu cuarto, terminando en el buró. Veo tu imagen caminando por el pueblo, con pasos rápidos y un cuerpo fuerte, convocando a la gente. Te recuerdo no dormida, solo descansando los ojos en el carro durante los viajes largos. Nunca olvidaré tus regalos de los viernes y que no te gustan las fotos, te veo cociendo en la ventana de tu cuarto, en la fiesta a la virgen, entregándole flores. Veo tu rosario rojo y tus oraciones que huelen a rosas literalmente. Te recuerdo rezando a punto de vencernos el sueño.

Disfruto tu vanidad que no es más que tu deseo de vida, heredé de ti la indecisión al vestir, los tres cambios de ropa obligatorios antes de salir. Soy feliz cuando te veo comer a escondidas algún postre, cuando juntas comemos palomitas o paletas de limón, de arroz, de chocolate, cuando sonríes al ver a los niños y a los bebés. Me gusta tu mirada tranquila cuando lees, cuando te sientes segura, cuando te cobija el sol. Espero heredar tu fuerza, tus ganas de vivir, tu entereza.

Siempre me acompaña y siempre lo hará, tu mano de fe que va de mi frente al pecho, del hombro izquierdo al derecho y termina en mi boca. Mi pasita de ojos llorosos, ¿cómo explicarte las palabras?, ¿cómo decirte con palabras?. Viejita linda, tu cuerpo se cansó antes que tú. Tus pies rejegos, y manos ingratas, no les hagas caso, aquí estoy yo para ayudarte a tejer, para abrazarte al caminar. A las mañanas en tu cuarto las acompaña mi pensamiento. Nunca, nunca, nunca estás sola por que contigo está mi admiración, mi inmenso amor, blanco, como la espuma de mar.

sábado, abril 15, 2006

ETERNO QUERER DE VACACIONES

Quisiera escribir de mi amor por las ciudades, del metro y de la basura, de una forma poéticamente bella. Quisiera gritar mi manía de perderme entre desconocidos, entre multitudes. Quisiera llorar a chorros, como lo hacia hace casi un año, de amor, de incontrolable amor. Quisiera hacer algo intensamente. Quisiera vivir rápido, sin tiempo que asimilar, con miles de cosas que hacer, entre el tráfico y la contaminación.


Extraño Toluca es cierto, estoy cansada de las vacaciones y de la religión. Quisiera tener algo que hacer para dejar de pensar en tonterías, pero es que esto de no hacer nada se volvió mi vicio de buena hija. Extraño Toluca como la extrañaba hace casi un año, solo por que ahí tal vez estás tú, pero ni hace un año ni hoy me está permitido confesar semejante estupidez, no la aceptaré.


Quisiera escribir de los dolores de garganta, de mis ojos pidiendo una inundación lagrimal. Quisiera escribir que no siento nada. Quisiera escribir de los niños, de helados, de mascotas, de trotamundos, de burbujas, de cuentos de hadas, de Peter Pan, de queso, del mar, de ballenas. De lo que sea para no escribir de ti. Y es que cuando lo hago, lo hago tan mal.

DELIRIOS DE IMPERFECCIÓN

No soy perfecta, por que no soy poética, por que no sé escribir, por que soy muy gorda, aunque anoréxica, por mi inseguridad, por mi arrogancia, por mi falta de senos, por mi falta de estatura, por mi falta de piernas, por mis dientes chuecos y amarillos, por mi piel multicolor, por mi cara roja, por mis ojos rojos, por mi nombre largo, por mi ombligo raro, por mis pulmones insanos, por mis ganas de pelear, por que duermo mucho, por mi exceso de peso, por mi falta de tallas, por mi ropa linda, por mi voz aguda, por mis uñas negras, por mi libertad malsana, por mis locuras, por mis lágrimas de más, por mis ideas, por mi memoria nula, por mi incredulidad, por mi falta de energía, por ser tan infantil, por sonreír en exceso, por hablar de menos y de mas, por que soy yo y no puedo ser nadie más, con más talento, con mas agallas, con más ideas, con mas movimiento en las caderas, con mas femineidad, con menos color en la piel y en los ojos, con mas color en los labios y menos color en la cabeza. Y es que por eso no me quieres, por que en mi intento de perfección, la imperfección siempre me irá mejor.

LAS PROTO-TÍPICAS-

Creí que te gustaban prototípicas.
No entendiendo entonces por qué,
te gustan con cuerpo de abuelita de piolín,
pero eso sí con ojos verdes y caca en el cerebro,
con ideas prestadas y prioridades prácticas,
para colgar en las paredes y exhibir en la sala.
O tan opuestas como una Oliva de Popeye,
con medidas de niña, y perversidad bien escondida,
en palabras bobas, en ganas contenidas.

Que lástima que mi cerebro nunca fue presuntuoso,
de inteligencia corta pero bien difundida,
como la de aquella estúpida mejor amiga,
que también se enamoró de ti,
y te regaló discos que te sirvieron para acostarte con otras
y que te escribió cosas más lindas que ésto.

Es que nunca fui buena vendedora,
para saber venderme a mi misma.
Es que aunque fui barata no tenías dinero que pagar,
dos palabras propias eran monto suficiente, no necesario.
Es que tenías razón, me arrastré,
hasta que conseguí lamer migajas, de tu boca piadosa,
de tus manos caritativas que brindaban apoyo a esta niña perdida.

Que mal que nunca preguntaras,
Pero no gracias, nunca quise tocar jazz en mi propia batería.
No me extrañarás por que nunca te pondré canciones que te digan “baila”,
Y que te maten aunque ni sepas lo que es bailar.
Nunca tendré suficientes buenos sentimientos,
nunca seré un buen reflejo, ni una mejor amiga,
no quiero ser tu bonito recuerdo, me gusta más la peor pesadilla.

jueves, abril 13, 2006

perdón pues

Solo por que Serrat ténía razón cuando dijo:

"La inspiración es una puta que siempre se va con Sabina"

... solo por eso, me permito poner otra cosita de JS

Incluso en estos tiempos

Incluso en estos tiempos

veloces como un Cadillac sin frenos,

todos los días tienen un minuto

en que cierro los ojos y disfruto

echándote de menos.


Incluso en estos tiempos

en los que soy feliz de otra manera,

todos los días tienen ese instante

en que me jugaría la primavera

por tenerte delante.

Incluso en estos tiempos

de volver a reír con los amigos,

todos los días tienen ese rato

en el que respirar es un ingrato

deber para conmigo.

Y se iría el dolor mucho más lejos

si no estuvieras dentro de mi alma,

si no te parecieras al fantasma

que vive en los espejos.

Incluso en estos tiempos

triviales como un baile de disfraces,

todos los días tienen unas horas

para gritar al filo de la aurora,

la falta que me haces.

Incluso en estos tiempos

de aprender a vivir sin esperarte,

todos los días tengo recaídas

y aunque quiera olvidar no se me olvida

que no puedo olvidarte.

Momento Optimista

En un momento también masoquista encontré en el doloroso Sabina unas cuantas mentiras que vale la pena leer. Por que como dice super Nietszche "La vida vale la pena vivirla"
En vista de que este círculo amistoso está compuesto por depresivos e insatisfechos como solo nosotros, decidí subir ésto, para que sepan que patologicamente hablando, acá se les aprecia y recuerda a cada momento, está chido ésto de tenerlos cerca. Globe ya guys!!
"Más de cien palabras,
más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena".

Más de cien mentiras

Tenemos memoria, tenemos amigos,tenemos los trenes, la risa, los bares,tenemos la duda y la fe, sumo y sigo,tenemos moteles, garitos, alteres.

Tenemos urgencias, amores que matan,tenemos silencio, tabaco, razones,tenemos Venecia, tenemos Manhattan,tenemos cenizas de revoluciones.

Tenemos zapatos, orgullo, presente,tenemos costumbres, pudores, jadeos,tenemos la boca, tenemos los dientes,saliva, cinismo, locura, deseo.

Tenemos el sexo y el rock y la droga,los pies en el barrio, y el grito en el cielo,tenemos Quintero, León y Quiroga,y un bisnes pendiente con Pedro Botero.

Más de cien palabras, más de cien motivospara no cortarse de un tajo las venas,más de cien pupilas donde vernos vivos,más de cien mentiras que valen la pena.

Tenemos un as escondido en la manga,tenemos nostalgia, piedad, insolencia,monjas de Fellini, curas de Berlanga,veneno, resaca, perfume, violencia.

Tenemos un techo con libros y besos,tenemos el morbo, los celos, la sangre,tenemos la niebla metida en los huesos,tenemos el lujo de no tener hambre.

Tenemos talones de Aquiles sin fondos,ropa de domingo, ninguna bandera,nubes de verano, guerras de Macondo,setas en noviembre, fiebre de primavera.

Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas,que importa, lo siento, hastasiempre, te quiero,hinchas del atleti, gángsters de Coppola,verónica y cuarto de Curro Romero.

Tenemos el mal de la melancolía,la sed y la rabia, el ruido y las nueces,tenemos el agua y, dos veces al día,el santo milagro del pan y los peces.

Tenemos lolitas, tenemos donjuanes;Lennon y McCartney, Gardel y LePera;tenemos horóscopos, Biblias, Coranes,ramblas en la luna, vírgenes de cera.

Tenemos naufragios soñados en playas de islotes son nombre ni ley ni rutina,tenemos heridas, tenemos medallas,laureles de gloria, coronas de espinas.

Tenemos caprichos, muñecas hinchables,ángeles caídos, barquitos de vela,pobre exquisitos, ricos miserables,ratoncitos Pérez, dolores de muelas.

Tenemos proyectos que se marchitaron,crímenes perfectos que no cometimos,retratos de novias que nos olvidaron,y un alma en oferta que nunca vendimos.

Tenemos poetas, colgados, canallas,Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,abuelos que siempre ganaban batallas,caminos que nunca llevaban a Roma.

lunes, abril 10, 2006

LA GRIETA

Hay una grieta

en el suelo

que crece a cada diario

como 2 km

Iba ayer a 120 por hora, los ojos se me cerraban
Pude haber chocado, pude haber muerto,
Hubiera sido pero ayer supe que ya estaba muerta una vez.
Creí que era un sueño, por que veía como en sueños, desenfocado
Si si, era una pesadilla más bien
No
.
.
.
No
Todo era cierto
Hay una grieta, que ayer se abrió 100 km de aquí para allá
(Solo 100 caray, irremediablemente solo 100)
De allá hacia acá, creo que la grieta ya era un gran cañon
Ayer no choque, fue hace unos meses, iba como avión, más bien como concord
Me estrellé directito contra ti, como insecto, contra tus ojos luminosos
Ayer solo iba en coche, ayer no había dormido,
Que importaba si chocaba, si mi cuerpo iba solo, yo estaba en otro lado
Lejos de ti, como siempre, siempre, siempre fue

Temblaba mi ojo izquierdo,

mi mente no creía

mis ojos se cerraban,

mi pie se iba al fondo,

la aguja a 120,

la curva a 15 metros,

mi mente hacia otros rumbos,

mi mente, mis ojos hacia el suelo,

y de pronto bam,

mis ojos hacia el cielo

Ya era otro día.

Desperté y supe, sin aceptar todo el siguiente día,
Cuando para mi se reacomodo la tierra,
En tu suelo se abrió esa grieta
Tu voz se escondía, disimulaba,
Yo creía en tu nariz, que se esforzaba en tocar la mía
Ayer, no fue con el coche,
Choque contra una nariz, que reacomodo la tierra,
Otra vez se abrió una grieta, no la tuya, la mía.

jueves, abril 06, 2006

EN SUS “MARCAS”, LISTOS, FUERA.

… de las cicatrices y otros recordatorios


Mi memoria nunca ha sido buena, tengo que hacer uso de recursos externos para echarla a andar; es por eso que amo las cicatrices, los olores y sabores; son las tres cosas que me permiten recordar de una forma tan nítida que a veces los recuerdos se convierten en regresiones, por que realmente puedo revivir con detalles los momentos pasados, de mi afortunada niñez.

La cicatriz de la muñeca hecha con una piñata, me hace recordar todas las navidades en las que fui aplastada por mis primos que reaccionaban después de que yo me había aventado por los dulces y entonces ellos, mis primos; mucho más grandes que yo, caían encima de mi. Las marcas que tengo en las rodillas son las favoritas de favoritas; en este caso me excuso, de tantas que son no recuerdo la historia de cada una, solo sé que siempre estaba yo corriendo, con mis piernitas torpes que tropezaban todo el tiempo, por que todo el tiempo yo quería correr más rápido que ellas. Tengo también una cicatriz en la cintura que me hace revivir el caluroso día cuando el perro mi prima se abalanzó sobre mí y dejome tatuadas sus garras.

Puedo decir que en mi niñez me convertí en unicornio, después de caerme tres veces, las mismas tres veces en que me pegue en la frente hasta que según recuerdo (más bien imagino), en la última se me quedó atorada una piedrita que aún conservo y adorna mi cara, no es un tercer ojo, no es un cuerno cualquiera tampoco, es el de un unicornio.

Si me preguntaran ¿qué es lo que más me gusta de mi cuerpo?, sin duda respondería que son mis cicatrices, por que me recuerdan lo aventurera que era, sin importar los accidentes sufridos nunca temí volver a correr y caer mil veces más. Realmente creo que una persona que no sufrió fractura alguna los primeros 12 años de su vida, o que no tiene por lo menos una cicatriz infantil, simplemente no tuvo niñez.

Cuando quiero sentirme en mi casa, o bien siento la necesidad de tener a mi mamá cerca y no puedo, me preparo un gran vaso de leche caliente con chocolate (de preferencia con cal-c-tose o chocomilk), e inmediatamente vuelvo a tener 8 años y me siento segura; como idealmente sucede a esa edad, abrigada por un Hogar (con mayúscula). Cuando necesito energía o un mejor estado de ánimo me preparo un sandwich mágico con queso amarillo, un vaso de agua de limón con hielos y listo, ya estoy de regreso en la época en que salía con mis primos en bicicleta, regresábamos de robar peras de una huerta, y puedo sentir aún el aire en la cara y el olor de los árboles en julio.

Olvidaba mencionar un cuarto elemento, clave para la actividad de recordar: las fotografías. Fui hija primogénita, por lo que la euforia de las fotos estuvo a todo lo que daba. Cuando veo mis fotos, me reencuentro con mi piñata de burro que me rehusé a romper por varios años, recuerdo el día en que me dio varicela, el domingo en que me puse mi pans rojos, entre otros tantos domingos en los que besaba a mi mamá, o abrazaba a la bolita que era mi hermano cuando bebé. Gracias a esas fotos puedo recordar más en forma a mi muñeca favorita; a Toribio y el oso amarillo, los muñecos que eran mis mejores amigos. Aún conservo a Beto, el niño que me trajeron los reyes magos y que era más alto que yo, al parecer un buen día dejó de crecer por que es la fecha de hoy en que aún vive y no me llega ni a la cintura (por cierto se ganó el nombre de Beto, por que ese era el nombre del primo más alto que tengo). En este sentido me declaro fetichista. Conservo cosas de más de 10 años de antigüedad como mi portapijamas de borrego con todo y mi mameluco dentro, mi primer bikini y un nenuco decapitado, solo por mencionar algunos de los tesoros más preciados de mi vida.

André Bretón, un poeta francés se pregunta “¿Cuándo aprenderemos a depurar la felicidad del recuerdo?". Confieso que me costó un poco de trabajo (no por falta de ganas, o de momentos felices; más bien por falta de buena memoria), pero hoy lo logré, ya que solo pude traer de mi niñez los momentos más felices de esa época y de toda mi vida. Como aquel memorable día que me dejó marcada para siempre, cuando en un juego de feria (después de un primer intento fallido y gracias a las porras de apoyo), me gané una patineta, que nunca aprendí a usar, pero me enseño el significado de la perseverancia, la confianza y la fe en uno mismo, y no solo eso, también ese detalle al parecer tan pequeño se llegó a convertir en el recuerdo número uno de mi niñez, que significa también todo el amor de mis papás, mis superhéroes de carne y hueso.


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